Esta es la experiencia que me mueve a procesionar en este día tan solemne del Corpus Christi por las calles de Getafe, donde tantas veces camino para hacer recados, pasear, rezar, quedar con amigos y muchas otras cosas.
Hay dos movimientos que se dan en este día, uno es el que se relata en el capítulo 21 del evangelio de San Juan: “Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro: «Es el Señor»”. Qué bueno es poder anunciar por las calles, a todo el que se encuentra en ellas, que es el mismo Señor quien se encuentra ahí sacramentalmente, que no es una imagen.
El segundo movimiento es el que ocurre todos los días: el Señor sale a nuestro encuentro y, en este caso, quiere pasar por los mismos lugares que cotidianamente frecuentamos. ¡Qué dicha la nuestra, poder ver lo que otros quisieron ver y no vieron, oír y no oyeron!
Antes del Corpus, los seminaristas estuvimos unos días de convivencia en Valencia. Dos homilías de esos días me ayudaron a prepararme para vivir con más conciencia este día. Resumiendo, la primera me dio a entender cómo Dios quiere estar cerca de nosotros, tal forma que se inclina a nosotros, y la segunda, la necesidad que tiene el hombre de elevar la mirada a Dios, siendo esta la tarea principal del sacerdote.
Esa es la vocación que hemos recibido y para la que nos preparamos ali- mentándonos cada día del Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Gracias, Señor, por que- darte con nosotros.
Vuestro seminario